28/3/10

Capitulo 7: ESTRATEGIAS METODOLOGICAS de Ciudad Alterna

CIUDAD ALTERNA, no pretende descubrir la ciudad únicamente desde lo real de los otros, sino que es una propuesta de reconocimiento de la ciudad desde una proyección imaginaria. Es decir, la pretensión es que nos-otros, aquellos que vivimos la ciudad desde unas condiciones especificas, nos acerquemos a ese otro (transeúnte, habitante de la calle, vendedor, discapacitado, secretaria, ejecutivo, estudiante…), tomemos su posición y dejemos que nuestro imaginario, nuestro propio cuerpo viva las calles, las rampas, las escaleras de la ciudad. Semejante operación mental y corporal, pretende producir transformaciones sobre la misma urbe, al tiempo que posibilita unas reflexiones y unas narrativas personales que van a dar marco a transformaciones personales y sociales.
Este proceso de asumir la posición de otro, aunque pueda parecer ficcional, es un ejercicio que permite articular realidades. Para Marc Augé, la ficción, desde un punto de vista antropológico, es interesante por tres razones:
…por sus relaciones con la imaginación individual que la concibe o que la recibe; por sus relaciones con el imaginario colectivo que puede utilizar y contribuye también a enriquecer y a modificar; y finalmente, con respecto a las relaciones que mantiene con el exterior, ligadas allí de una u otra manera: la historia, la psicología, lo social, lo religioso. (Auge, 1999:7).
Así, el hecho de poder sumergirnos en la ficción, recogiendo los imaginarios individuales de algunos urbanitas, nos puede dar luces sobre lo que sucede en lo social, y puede generar cambios en la forma de relacionarnos con los otros. La propuesta con CIUDAD ALTERNA y el aporte de la Educación Experiencial, es el poder vivir la ciudad como una aventura, como un espacio para el disfrute, para el aprendizaje, ya que como lo plantea Jordi Borja:
La ciudad debe construirse contra el miedo a salir del marco protector del entorno familiar conocido, venciendo el riesgo de meterse en el ruido y la furia urbanos, superando las frustraciones que comporta no obtener inmediatamente todo lo que las luces de la ciudad parecen ofrecer…La ciudad sólo es plenamente educadora si se puede vivir como una aventura, como una iniciación. La persona libre es aquella que siente que, a su manera, ha conquistado la ciudad. (Borja, 2000:13).
Y como la ciudad es diversidad, pues la propuesta es adentrarnos en ella y perdernos, vivir la aventura que nos trae lo desconocido, retomando en este punto la frase de Walter Benjamín: “Importa poco saber orientarse en una ciudad. Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere aprendizaje”.
Aprender a perderse significará que se está inmerso en la turbulencia de la ciudad y a partir de esta turbulencia comprender su topografía, saber de una manera provisional y parcial como trazar sus mapas, y saber, luego, cómo perderse en ellos. En un primer momento con las diferentes actividades y retos del programa, se propende por acudir a lo “afectivo-actitudinal”, (Gómez Mejia, 1997: 46), uno de los recursos utilizados para hacer visibles situaciones y contextos. Así el urbanita se ve así mismo y toma distancia de su propia forma de actuar. De esta manera se puede hacer visible un comportamiento, lo que incluye permitirnos ver y sentir algunas de sus consecuencias, la forma como afecta a otros y la dimensión de los problemas que origina en nuestro entorno.
Ya en un segundo momento, entra en juego lo cognitivo-racional, en un ejercicio de reflexión personal y grupal y de construcción de narrativas que parten de las experiencias tenidas. Este se da como un paso necesario para llegar a la comprensión de lo que se está haciendo y para poder emprender cambios y llenar de sentido lo que hacemos.
Después de cada acción se desarrolla una reflexión en pequeños grupos o en forma plenaria. Las experiencias vividas por los participantes son el punto de partida de la discusión; los participantes formulan sus propias experiencias e identifican aquellos aspectos en los cuales quieren profundizar. Las vivencias se deben transformar en experiencias con significado y de ahí apuntar hacia cambios positivos en el comportamiento.
Por su parte el facilitador debe establecer un adecuado balance entre sus intervenciones y el espacio libre para que los participantes reconozcan y expresen sus pensamientos, sentimientos y aprendizajes.
Los resultados de las reflexiones determinan muchas veces el ulterior desarrollo del proceso ya que un taller de CIUDAD ALTERNA, no puede estar definido 100% en la planeación de todos sus aspectos, sino que se deja siempre espacio libre para nuevos desarrollos; así mismo el programa debe corresponder con las expectativas y posibilidades de aprendizaje de los participantes.
Por eso generamos condiciones, en las que los participantes tienen la posibilidad de experimentarse, de sentir su propio poder de acción y tomar la responsabilidad por una gran parte de su vida.
Las acciones realizadas en la ciudad generan la posibilidad de descubrir rincones nuevos de cosas conocidas y ordinarias. Esto amplia la visión, agudiza los sentidos y nos deja entrever todo lo que puede ser posible en nuestra vida.
Ponemos tareas en grupos pequeños o individuales, que significan un desafío para ellos y que generan al individuo la posibilidad de tener conocimiento de sus límites en varios campos. Todo esto es voluntario. Cada experiencia se prepara en grupo y se discute después para intercambiar las experiencias y todas las diversiones e impresiones. Después descansamos para reflexionar sobre todo lo que pasó.
Marian Rios 2010